Nuestra vocación green tiene fuertes raÃces en el extraordinario entorno natural que nos acogió hace muchos años. Aquà comenzó la historia del hotel, con la recuperación de una arquitectura antigua, de sus espacios verdes y de los materiales naturales que alguna vez fueron los únicos disponibles. La atención al medio ambiente, a su historia, era ya un deber para nosotros cuando llegamos a este lugar que siempre se ha llamado Acqua Dulci, para descubrir su encanto.
Aún se mantiene la magia de entonces: Aquadulci sigue siendo la isla del silencio donde encontrarse, acogido por el aliento único de la naturaleza.
Nos gusta compartir con nuestros huéspedes el espÃritu de un cambio profundo, que incide en la sensibilidad de todos nosotros y que se compone de pequeños gestos, aparentemente insignificantes, cuyo significado es cada dÃa más importante.
Los alimentos que llegan a nuestra mesa proceden de empresas locales, comprometidas con la producción ecológica y solidaria. El pan, la pasta y los postres son de producción propia, hechos en el hotel, y pronto podremos cosechar con nuestras manos las verduras para los platos vegetarianos, en el huerto que estamos cuidando no muy lejos de aquÃ.
En las habitaciones, el restaurante y las demás zonas comunes del hotel, está prohibido desperdiciar y todo, desde la madera de los muebles hasta el papel de nuestras pequeñas publicaciones, está hecho con materiales ecocompatibles, reciclados o reciclables. Evitamos al máximo el uso de productos monodosis y, en la medida de lo posible, de plástico. Utilizamos bombillas de bajo consumo y gestionamos la energÃa en las habitaciones para que el suministro eléctrico se interrumpa cuando los huéspedes se marchan. También hemos elegido sistemas de climatización de última generación y los configuramos para que dejen de funcionar automáticamente cuando se abren las ventanas. Utilizamos reductores de caudal para los grifos y almacenamos el agua de lluvia para regar el jardÃn cuando hace buen tiempo.
Pequeñas cosas, es cierto. TodavÃa son pocas, no cabe dudas. Bien valen como una sentida bienvenida a los que llegan a esta antigua tierra, hecha de encanto y dulzura infinita; son una invitación a los que quieren conservar su espÃritu con nosotros.